Huellas de la Historia
, núm. 18, año 2
Marzo 2011
ISSN 1853-2756
www.huellasdelahistoria.com
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los relojes, los anillos, los pendientes, broches y pulseras. Estas cajas luego eranenviadas a joyeros especializados
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para su clasificación por pureza, valor, peso y color.Los documentos personales se arrojaban al piso porque carecían de valor para losnazis.
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A la salida de la caja, la orden de
«Achtung!»
impartida por los alemanes cambiaba porla palabra
«Schneller!!»
, gritada a viva voz para conducir a los prisioneros a su prontamuerte. Desnudos, entraban a un callejón recto rodeado de flores y abetos conocido porlos alemanes como “El Paseo Sin Retorno”. Caminando sobre arena blanca y vigiladospor guardias uniformados de negro y miembros de las SS portando sus uniformes grises,los reclusos marchaban impertérritos hacia su destino final. En su reportaje, VasiliGrossman intenta esbozar una explicación de por qué esas victimas no luchaban encontra de sus victimarios; en la desnudez, la vergüenza y la opresión que sufrían elperiodista soviético encuentra la causa de su pasividad: “Sabemos por la cruel realidadde los últimos años que una persona desnuda pierde inmediatamente la fuerza pararesistir, para luchar contra su destino. […] Pero para reforzar ese efecto, los SSaplicaban adicionalmente en esa etapa final del proceso un método de estupefacciónmonstruosa, haciendo entrar a la gente en un estado de conmoción psíquica total […]”
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.A través de testigos, Grossman logra recrear los maltratos sufridos por los prisionerosantes de ingresar a las cámaras de gas. Se les quitaban las toallas y los jabones, se lessoltaban perros amaestrados en morder a los prisioneros, los golpeaban con las culatasde los rifles e incluso mataban a algunos niños para terminar de destrozar la voluntad yla conciencia de los hombres y mujeres que iban a morir.
La fábrica de la muerte: Las cámaras de gas y los crematorios
Cuando las puertas de la casa de la muerte se abrían, los prisioneros desnudos eranrecibidos por los ayudantes del encargado del edificio conocido como Schmidt. Uno desus ayudantes era alto, de unos treinta años que llevaba en sus manos un tubo de gas y elotro era más joven y los esperaba portando un sable. En ese momento, el griterío de losprisioneros se escuchaba hasta el pueblo vecino de Wólka y cuando las puertas de las
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Los encargados de administrar el oro, las joyas, el dinero y las acciones eran los prisioneros conocidoscomo
goldjuden
(judíos de oro). Pérez Gay, José María, “Treblinka: el campo de la muerte”,
La Jornada
,30/01/2010, p.32, www.jornada.unam.mx/2010/01/30/index.php?section=mundo&article=032n1mun
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Beevor, Anthony y Vinogradova, Luba,
Ob. Cit.
, pp. 359-360.
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Ídem
, pp. 360-361.
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